LinkedIn va a acabar conmigo. O no.
La red social que, hasta hace muy poco era considerada la más inocua, hoy se ha transformado en un espacio más donde la apariencia es la que vende y le pone presión al resto.
Breve off-topic: les pido disculpas por la larga ausencia. Cambios sobre la marcha, desorganizaciones, y la cabeza en otras cosas son las responsables. ¿Recuperaré la periodicidad? Eso espero. Sin embargo, el hecho de que haya crecido en suscripciones mientras no escribía que cuando lo hacía semanalmente, me da qué pensar.
Empecemos.
Soy lo suficientemente viejo para recordar el mundo sin redes sociales. Los que estamos cerca de la base cinco nos consolamos diciendo que "somos parte de la última generación privilegiada, que supo lo que era realmente el mundo sin internet".
El tema es que estoy entre los que tuvimos que aprender a entenderlas, manejarlas y aprovecharlas sobre la marcha. Y así hemos vivido las diferentes metamorfosis que han sufrido cada una de ellas. Y si damos un paso más atrás, recuerdo cómo una herramienta tan impresionante como el MSN Messenger pasó a convertirse en un tablón en donde todos (o casi todos) usaban los estados para dejarle indirectas a-ya-sabes-quién.
¿Se acuerdan cuando en Twitter se discutía pero era un sitio divertido? ¿Se acuerdan cuando Facebook era el sitio donde todo era felicidad, antes de convertirse en espacio donde están los tíos y los abuelos (por lo menos eso dicen los más chicos)? ¿Se acuerdan cuando en Instagram estaba todo lo chévere, pero era una red complicada porque no permitía enlaces? ¿Se acuerdan de Snapchat cuando...? Quizás no se acuerden -sobre todo si, como yo, te estás volviendo viejo-, pero aún hay un montón de gente en ese barrio.
El tema es que por mucho tiempo LinkedIn era la red social aburrida. Era netamente laboral. Si es así, ¿qué voy a publicar? ¿Qué voy a compartir? ¿Quién me va a leer?
Pues, de a poquitos, LinkedIn se fue 'aggiornando', haciéndose más amigable, flexibilizándo el tipo de publicaciones. Para algunos, hoy se ha convertido en una de las primeras versiones de Facebook, sobre todo porque muesta un mundo ideal, un mundo que no existe... O que, en todo caso, es una exageración de la realidad.
Y, por lo menos para mí, es más o menos así. Siempre hay alguien avisando que ha terminado un nuevo curso de actualización. Siempre hay alguien avisando que ha sido ascendido o contratado en una nueva empresa. Siempre hay "expertos" jovencísimos que te indican qué es lo que tienes que hacer para ser exitoso en tu trabajo, en cualquiera, no importa lo que hagas. Siempre hay 'gurus' que te animan a hacer cosas o a dejarlas de hacer. Y, ahora último, hay quienes te cuentan que fueron a un concierto y hasta de ahí pudieron extraer un aprendizaje para aplicar en tu vida laboral.
Quizás sea porque Me estoy volviendo viejo, pero todo esto me abruma. Estoy justo dando la vuelta, atravesando esa edad complicada en la que se supone que ya tienes bastante experiencia pero las plazas son para gente más jóvenes. Y si por ahí tienes la suerte de encontrar alguna convocatoria, seguramente seas considerado sobrecalificado.
Entonces, cuando veo que "todos" (sí, porque la red social está hecha para que te parezca que le pasa a todos) están actualizándose, están avanzando en sus carreras, están haciendo mil y una cosas, solo me hace sentir que no me dan las piernas. Quizás no sea culpa de la red social, sino del adulto que me he forjado durante todos estos años. Pero, lo que sí es claro, es que creo que es momento de desintoxicarme un poco de las redes sociales.
Comparto tu opinión, Bruno. Hay una competencia en LinkedIn por quién es mejor, quién tiene el trabajo más retante o ha conseguido las mejores credenciales o la fórmula secreta para lograr algo. Súmale a eso la cantidad de contactos automatizados que te agregan solo para vender con métodos agresivos, que presionan y que, incluso, te hacen sentir mal si no les respondes. De todos modos, debo valorar el buen contenido profesional que aún se produce en esa red. Aún hay contenido útil, relevente y pertinente en ese espacio. Veremos hacia dónde vamos.
Abrazo